22.6.16

Simple.

     
       Trenzado en la médula, electrificando cada fútil molécula de tu cuerpo y resucitando el emplaste de todas ellas se halla, modesto, el sentimiento que gustan llamar felicidad.
       Relámpagos de luz diluyéndose en las tripas igual que la estela de un cohete perdiéndose en el cielo. Si cierras los ojos, de nuevo puedes verla y notar como te revuelve el flequillo y hasta la vida entera. La risa escapa de tí en bloque, date cuenta, cuando menos lo esperas la escuchas salir desafiando cualquier señal que hable de cordura.
        Misterios que surgen para no ser cuestionados ni mucho menos entendidos, son inundaciones que te llevan flotando a tantos lugares como estés dispuesto a explorar, sin importar el porqué. Y cuando esa intensidad desaparezca y la ráfaga de luz deje de brillar en las retinas no te entristezcas, ni dudes que volverá el pinchazo en la nuca a despertar unas manos hibernando en los bolsillos.

21.6.16

En blanco.


        El blanco se alarga un día más y me hace dudar, ya no sé si podré abrir esa puerta de nuevo. Confío en que la madera vuelva a su ser y se abra sola, que de tanta holgura ya no vuelva a cerrarse, aunque siempre lo hace y siempre vuelvo a dudar si será la última.
      Tengo la sensación de estar perdiendo una parte importante de energía en algo que no tiene sentido, que me disgusta y además me roba tiempo. Debería resignarme a esta vida de tiempos robados y tardes de mierda con el pensamiento en el blanco. Mejor en el blanco que en cualquier otra parte donde esté el resto de mí. Pero no quiero o no puedo evitarlo, pensar que es pasajero de un cercanías llegando a destino, que ya falta poco, ya casi está. De ésta va la buena, y si no, lo será igualmente porque lo digo yo.
        Cuando sea valiente y ya no tenga miedo de casi nada podré alejarme, nadie podrá gritarme y si lo hacen no me importará. Me despertaré todas las mañanas oliendo mar y café en la habitación de al lado. De pronto el blanco no será un problema sino una parte necesaria del proceso que se revierte una y otra vez, y lo sentiré sin miedo. De nuevo sin miedo, como si fuera niña. Ya no necesitaré que me entiendan, que me valoren, ni que me respeten. Lo importante está en el blanco y ahí quiero estar, sin desvíos.

16.6.16

1:45

         

        Me llamo como la risa que guardan las gaviotas para burlarse de mi insomnio, lo descubrí la primera noche que las escuché divertirse a mi costa. No sabes tu nombre hasta que esa vibración te atraviesa la membrana directa al alma; no es para tí, es un sonido más, pero en el fondo sientes que tú si eres un poco parte de él. Es como un algo que siempre ha estado ahí sin necesitar que lo tengan en cuenta, tan humilde que solo por eso su pureza vale más cuando la descubres.
         Desde esa noche encuentro mi hogar en cualquier lugar, aunque me parezca estar perdida sigo en casa. Da igual que no pueda oírlas llamarme, sé que lo hacen y con ellas lo demás. Todo al alcance, y yo empeñada en no acercarme por no creerme parte de algo tan importante y hermoso como es la vida bullendo alrededor. Siendo sincera se me olvida que existe. Si cada día lo único que veo son paredes, alquitrán y caras rancias, lógico. Por suerte las gaviotas me lo recuerdan.
     Y el gato.
     Y el mar.
     Y cosas.