29.7.16

Suicidal Street.

 

      Allí estaba, entre el número treinta y la frutería ecológica, siguiendo en la pantalla táctil la ruta invisible que impone el vértigo cuando algo se queda en el pasado y, quieras o no, has de saltar al abismo para continuar. Después del cuarto mensaje posapocalíptico desistió, sabía que no habría respuesta. Al menos ninguna que le llevara directo al momento en que nada de ésto tuviera importancia.
      Desde el sofá le imaginaba olvidando y recordando a la vez, dejándose comer por la calle desierta que se proyectaba en naranja sólo para él.

28.7.16

Escribir es para ella.



       Encontró en ese rincón blindado a las miradas el instante hermoso que no esperaba vivir de nuevo, ni hacerlo tan distinto a otros que había sentido. A oscuras los sentidos, cada poro contraído en sincronización perfecta con las sístoles del corazón. Estaba en el vacío.
      Seguían las líneas estremeciendo el papel cuando recuperó el sentido del tiempo y se dejó llevar al segundo siguiente, de nuevo el oxígeno enhebrando vida en las retinas con esa cadencia que pasa desapercibida. El momento se perdía en el espacio, pero dejaba su aliento en la página escrita. Todo volvía a ser como antes, excepto eso: el rastro de un instante de inspiración que lo había transformado todo.

26.7.16

A la izquierda lo que me salva, a la derecha lo que me mantiene viva.

        Esta noche soñé con sesenta y tres pegados a la piel y sin haber cambiado un pelo. No puedo explicar cómo lo sé, pero soñé con la ignorancia. Se había instalado sin prisa, apenas advertí cómo le iba ganando espacio a la curiosidad. Alrededor era todo oscuridad, sólo un metro cuadrado escapaba del negro dejando ver sesenta y tres puñaladas rasgando la carne, descargando los sueños que no hacían más que pesar.
      Ya despierta miro mis manos y por fin entiendo que no importa lo torpe que pueda llegar a ser, ni las veces que esa voz convulsione mi garganta haciéndome vomitar frases sin sentido; porque cada una de ellas apretaba una herida abierta que hoy puedo dejar sangrar hasta que ya no quede veneno. Hoy me libero de todas las ideas que no desembocan en una historia viva, de las historias que matan las mejores ideas pretendiendo su sitio en mi cabeza. Entorno la mirada con la determinación y la paciencia del cazador nocturno, no perderé de vista el objetivo, no más carreras inútiles. Ahora soy libre y nadie puede negármelo, mi verdad se desnuda y no volveré a cubrirla. No voy a pensármelo más tiempo, me bajo de la noria y que les jodan si no me comprenden. Para mí tiene sentido, es suficiente con eso.
       Seré lo que soy. Cada segundo de satisfacción por ello germinará en mí como semillas de paz creciendo en todas direcciones, ya puedo sentirlo. Y sin venir a cuento recuerdo la superficie desigual de tus dientes y pierdo el orden de mis pensamientos, el orden...

13.7.16

Pobres de espíritu.

     
        Me aburren hasta el final y vuelta a empezar, un bucle infinito, un sueño que despierta ahogado en sudor a la misma hora cada noche. Veo en sus ojos ese centelleo de placer sádico al hablarme con su dulzor plástico, tan equivocados en la sentencia que dan pena. Son los pobres de espíritu, rezumando mierda de continuo. No hay problema, ya estoy acostumbrada a su peste, me distraigo en mi misión, sonrío mientras enciendo un cigarro.
       No llegarás a saber cuánto podrías dar ni recibir, no entenderás por qué el camino sencillo siempre es el más difícil de escoger; nunca te preguntarás qué hacía allí, por qué sonreía o por qué fui amable contigo a pesar de tu actitud, no me conocerás, no querrás darte cuenta de que no soy mejor que tú. Hasta el último día de tu vida creerás que todo lo que hiciste era lo necesario para sobrevivir y recordarás estos momentos con orgullo. Yo lo dejo a un lado en cuanto acabe la página, yo me divierto recordando carcajadas, yo no necesito nada que no signifique delicioso.

12.7.16

Nos vemos en el acuario.

      Tú no te imaginas. Yo no puedo mostrarte.

      Podría ser tan sencillo como aparenta, pero si fuera así de qué ibas a reírte cuando el silencio sube el volumen. Miro, miro otra vez y otra más. Intento no olvidarme de respirar, ya sabes, cosa complicada cuando estrellamos en cualquier acera y hay demasiado en qué pensar.
      Apareces cambiando las horas como si nada, haces de las tardes madrugadas y yo feliz de pasearlas. Dame un minuto y lo arreglo todo para que nada moleste en los próximos cien mil besos, con sus cientos de miles de colores reformando hasta las realidades más deslucidas.
      Te recuerdo que son palabras, que no se cuele ni una a pelear con las tuyas porque, pensándolo bien, me sobran todas por primera vez.

4.7.16

En paralelo.

      Todos huimos de algo, la mayoría de nosotros mismos. Incluso el reflejo plano de la propia mirada en un espejo es insoportable. Aquí estoy - piensas-, ese ser soy yo y no tengo control sobre él. Camino en círculos a sabiendas sin cambiar el paso, inhalo una y otra vez el mismo aire viciado, y la decisión de seguir haciéndolo todo de igual manera se levanta ante mí como un muro imposible. Un muro que me observa unos instantes cada día mientras me lavo los dientes o me rizo las pestañas. Soy yo, aquí, sin control sobre mí. Sin escapatoria. No sé cómo se dice que se tiene miedo, o que ya no se distingue lo real de la ficción… Por eso mejor me callo y sigo con mis rutinas. Después de todo siempre puedo volver a mi rincón, cruzar las piernas y escribir. Soy yo, aquí, acariciando un reflejo que no incomoda, que se desdobla en paralelo sin tapiar salidas, haciendo más fácil afrontar que huir. Y de fondo, una frase que se repite, “sí lo sé”. Cuando acabe con un “no sé” ten por seguro que conozco la explicación a mis errores, es la misma que la razón por la que los escondo: cobardía. Y así, evitando mirarlos a la cara, entierro los días que voy dejando morir, consciente de que no viviré nunca en ninguno de ellos como lo hago aquí.