29.7.16

Suicidal Street.

 

      Allí estaba, entre el número treinta y la frutería ecológica, siguiendo en la pantalla táctil la ruta invisible que impone el vértigo cuando algo se queda en el pasado y, quieras o no, has de saltar al abismo para continuar. Después del cuarto mensaje posapocalíptico desistió, sabía que no habría respuesta. Al menos ninguna que le llevara directo al momento en que nada de ésto tuviera importancia.
      Desde el sofá le imaginaba olvidando y recordando a la vez, dejándose comer por la calle desierta que se proyectaba en naranja sólo para él.

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